Esta palabra proveniente del latín, significa en castellano “misterio divino”. Para los evangélicos protestantes la iglesia ofrece dos sacramentos. Son los que el Señor Jesucristo ordenó celebrar: el BAUTISMO y la SANTA CENA (Eucaristía). En el Evangelio según Mateo 28: 16-20, dio la orden:
"vayan , pues, a las gentes de todas las naciones y háganlas mis discípulo; bautícenlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he enseñado a ustedes."
Y en el Evangelio de Lucas 22: 19-20, leemos que reunido con sus discípulos dijo:
"Esto es mi cuerpo entregado a muerto a favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mi... Esta copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre, la cual es derramada a favor de ustedes."
En ambos textos encontramos un mandamiento “vayan y bauticen” y “hagan esto en memoria mía”. Acompaña al mandato y la promesa contenida en las palabras el elemento visible: el “agua” purificador y dador de vida y el “pan y el fruto de la vid”, como alimento fortalecedor.
Anunciamos que la Gracia Divina nos es dispensada por Dios en esos dos Sacramentos. La Palabra señala que Jesucristo es el fundamento de la Iglesia y solamente en su obra redentora encontramos la salvación. Esta la recibimos por la fe en Él, que murió por nosotros en la cruz. Los medios de gracia (el misterio de Dios actúa) en: el Bautismo para recibir el anuncio de la esperanza a la vida y la Santa Cena, para compartir con la comunidad el perdón y recibir la fortaleza del Espíritu Santo para la lucha en la vida cotidiana.