Nuestro Lema para este Año

Jesucristo dice: Al que a mí viene, no lo rechazo.

Juan 6,37

Reflexión Bíblica del Día

07/04/2022

Pues Dios amo tanto al mundo, que dio a su Hijo unico, para que todo aquel que cree en el no muera, sino que tenga vida eterna. Juan 3.16

Son días de gran angustia para muchas personas a causa de la guerra en Ucrania. Las imágenes de destrucción de ciudades que fueron construidas durante muchos siglos y que, por ansias de poder desmedido del presidente ruso, son destruidas en pocas horas, nos llevan al límite de lo soportable. La gente sencilla anhela la paz, quiere labrar su tierra, trabajar en lo que aprendió a hacer, ver crecer a sus hijos y nietos … y todo se ve afectado en una orgía de destrucción sin ningún sentido. Tantos muertos, millones de personas desplazadas: ¿Quién repara esto? ¿Quién repara la angustia de los niños y las mujeres que huyen, dejando atrás a sus padres y esposos, sin saber si los volverán a ver?

Personalmente me resulta difícil sentirme tan impotente y no poder hacer mucho más que orar. Pero eso ya es mucho y es un consuelo recordar, en este tiempo de Cuaresma, que Dios sufre con los que sufren y que pedirá cuentas a quienes producen tanto dolor. El Cristo crucificado es una señal de que Dios no es el autor de las miserias que producen los seres humanos. El Cristo crucificado es una declaración pública de Dios que no quiere que nadie sea sacrificado en pos de un proyecto, sea cual sea.

 

En un himno de nuestro cancionero encontramos esta frase: “En los umbrales del terror, oh Cristo, vémoste llorar”.

Esto es fuerte, ¿no?

Las canciones de este tiempo de Cuaresma, donde recordamos la pasión y muerte de nuestro Señor adquieren de repente una nueva dimensión: en cada persona que se está matando, en Ucrania o donde sea en la tierra, se está matando de nuevo a Jesús.

Dice la canción:

Todo acabó en una tumba, todo acabó en una cruz;

todos los sueños forjados en años de lucha, de asombro y dolor.

Nadie responde a esta angustia. ¿Ha enmudecido hasta Dios?

Se ha puesto el sol en el mundo, Señor, y murió la esperanza.

 

“¿Por qué me has abandonado?” dijo, muriendo, Jesús;

y así aclamamos nosotros, cercados de sombras, en la soledad.

Se hace pesada la vida cuando no vemos su fin;

y hoy se ha tragado la tierra la luz que alumbra el camino.

 

Pero la última estrofa abre una posibilidad divina para no caer en la desesperanza total:

 

Crece el clamor de la gente viendo morir a Jesús;

pero a la noche de sombras sucede una aurora radiante de luz.

Porque él murió por nosotros, y por su resurrección

en nuestros propios calvarios, Señor, brilla hoy la esperanza.

 

“En nuestros propios calvarios, Señor, brilla hoy la esperanza”

 

Porque Cristo resucitó. Hoy, en Pascuas 2022 una protesta de Dios recorre el mundo. Contra la violencia y contra miles de muertos. Dios dice NO a la muerte y SI a la vida.

 

La palabra utilizada en griego para decir resurrección es "anístemi", y en el griego era utilizada para significar el despertar o el levantarse refiriéndose a personas que están dormidas o acostadas en el suelo.

Pero también este término se utilizaba para referirse a las revoluciones políticas, cuando un pueblo se sublevaba, se levantaba o hacía una insurrección contra los poderosos que lo oprimían.

Al hablar de la resurrección de Jesucristo debemos tener presentes estos dos sentidos. Cristo se despierta, se levanta, y se subleva contra el pecado y la muerte. Dios el Padre, al resucitar a su hijo Jesucristo, produce una insurrección contra el pecado y la muerte y contra toda situación que la provoque. Y éste es el sentido de la Pascua inaugurada por Cristo, el paso de la muerte a la vida. Pascua de Cristo que es nuestra Pascua: "En la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su Resurrección todos resucitamos".

En Pascuas, Dios venció definitivamente la muerte en todas sus formas. La muerte está muerta. La que parecía tener la última palabra de todo, no tiene más el poder. Esa es una palabra audaz y la confesamos por ahora desde la fe. Porque vemos que la muerte todavía está haciendo horribles estragos en el mundo entero. Pero desde la fe confesamos de que la muerte está herida mortalmente, da coletazos de furia porque sabe que está vencida.

 

Pastora Karin Krug